NO SOMOS LO QUE MOSTRAMOS. Detrás de las escenas que representamos, y lejos de los ojos ajenos, siempre escondemos cosas turbias, asuntos feos, cuestiones indignas de ser exhibidas. Porque aunque nos sentimos constantemente presionados a ser “perfectos”, ninguno de nosotros lo es. Aunque sonreímos todo el tiempo ante los demás, todos sufrimos en secreto, enfrentamos nuestras luchas particulares, y libramos nuestras propias batallas internas.
Y en esto no importa si tu audiencia se limita a tu familia y a un puñado de amigos, o si se extiende a miles de fans que aclaman tu nombre cada noche. Al final todos pasamos por lo mismo, y somos proclives a tocar fondo en cualquier momento, si por mantener esa imagen que queremos vender, nos olvidamos de quienes somos detrás de bastidores; cuestión esta que ha de sucederle a Chelsea Cox en la presente novela.
Chelsea es una joven talentosa y hermosa; una popstar de talla mundial que se encuentra en la cima de su carrera, y para quien los escenarios, las cámaras y las entrevistas representan su cotidianidad. En pocas palabras: Chelsea parece vivir el típico sueño adolescente que todos tuvimos alguna vez.
No obstante, para llegar a donde está ahora, Chelsea ha tenido que realizar múltiples sacrificios y ha tenido que traicionarse a sí misma, lo cual la ha conducido a tomar muy malas decisiones, que han derivado en ansiedad, depresión, drogas, relaciones tóxicas e inseguridad.
Pero como todo tiene un límite, el destino va a poner a esta chica ante un momento determinante en su existencia. La va a enfrentar con el infierno, y solo en ella residirá la elección de dejarse consumir por las llamas, o salir de estas ayudada por un hombre que tampoco se salva de ser atormentado por demonios y pesadillas.
Una historia que nos muestra de una forma real, cruda y desgarradora, el lado oscuro de la fama y de las adicciones. Un libro que nos advierte del peligro de fingir ser quienes no somos para complacer a los demás, y de aferrarnos a relaciones insanas.
Una obra que nos habla de excesos y de perdición, pero también del profundo poder reparador del amor.
Puntuación: 4/5
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