El hombre de hoy vive más en el futuro que en el presente, y es por esto que corre una carrera desenfrenada por obtener lo que piensa le hará feliz el día de mañana. Empero, aparte de que nunca está conforme con lo que consigue, no disfruta el camino que recorre para llegar a sus objetivos y, en cambio, casi siempre vive desdichado, sacrificando su humanidad y lo verdaderamente importante de su existencia en pro de alcanzar una quimera de plenitud. ¡Y ay de quien no adopte este modelo destructivo de vivir! De inmediato se le señala, se le tilda de loco y se le adormece la consciencia a punto de pastillas, para ver si así se vuelve “normal”… Básicamente lo que hacen con Saturnino, el protagonista de la presente novela.
Saturnino es un joven con esquizofrenia. Y, como es habitual en los pacientes que padecen dicha enfermedad, el muchacho tiene un pensamiento desordenado, es incapaz de experimentar placer y a menudo siente ganas de morirse.
El padre, ante esta situación, en lugar de lo que se esperaría de un progenitor comprensivo y amoroso, se enfada. Y no. No se trata de una broma: el padre de Saturnino se enoja porque su hijo, la oveja negra a la que creyó que tarde o temprano blanquearía a punto de golpes, castigos y palabras duras, nunca va a ser más que una carga para su vida.
¿Qué hace entonces Saturnino? Pues intentar encontrarle un sentido a su situación; tratar de sobrevivir un día a la vez con esa condición que no eligió tener, pero que lo acompañará por siempre.
Pese a esto último, hay que aclarar que este no es un libro de superación. No. Esta obra se inclina más por el lado contrario; siendo pesimista, cruda y desgarradora, puesto que Saturnino mismo es el que la narra. Aquí, el muchacho entremezcla sus padecimientos, sus recuerdos de infancia y sus reflexiones desconsoladoras acerca de la vida.
Leer este libro es adentrarse en una mente confusa, atormentada y enferma. Es ponerse, por unos momentos, en los zapatos de una persona de esas que llamamos “locas”, que, no obstante, a veces parecieran ser más cuerdas que la gente “normal”.
Puntuación: 4/5
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