Lo último que me esperaba de una novela de abogacía, es que me hiciese reír. ¡Qué va! Si es que estaba tan intimidado por el libro, el autor y el género, que lo único que me faltó fue leerlo al lado de un diccionario de términos jurídicos.
Y es que, si bien, reconozco la importancia del Derecho para el correcto funcionamiento de nuestras sociedades, la verdad es que no es una materia por la que sienta especial predilección. Así, pues, mis conocimientos acerca de las leyes son bien precarios, cuestión esta de la que aunque no me sienta orgulloso, no pretendo modificar en un futuro próximo.
Se preguntarán, entonces, por qué decidí leer al maestro de la novela judicial y la respuesta es simple y a la mar de superficial: por su popularidad. Vamos, que si el hombre ha vendido más de 250 millones de libros, no es en balde.
Esta novela, en concreto, va de tres abogados: Oscar, un veterano que sueña con divorciarse; Willy, un hombre de mediana edad con cuatro divorcios encima y problemas con el alcohol; y David, un joven con un matrimonio feliz, pero laboralmente agotado por el bufete de prestigio en el que ha trabajado por años.
¿Pero qué relación tienen estos hombres? Pues bueno, resulta que Oscar y Willy tienen un bufete de mala muerte en el que se encargan de casos menores, valiéndose de procedimientos éticamente muy cuestionables, hasta que a sus puertas llega David borracho, pidiendo trabajar con ellos.
Sin pensárselo mucho, los socios reciben al joven, sin saber que con él pronto va a llegar una demanda de grande envergadura para la que ninguno se encuentra preparado, pero que tratarán de afrontarla como mejor puedan.
Esta novela, siendo de argumento sencillo, sin grandes giros en la trama y un poco lenta, presenta a personajes variopintos con los que es imposible no empatizar pese a sus acciones erráticas y a veces absurdas.
Una historia para entretenerse, reírse y aprender cómo funciona la abogacía, sin uno verse abrumado con tecnicismos. Ideal tanto para amantes del Derecho, como para los que nos gustan los cotilleos y carcajearnos como locos con un libro.
Puntuación: 4/5
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