El presidente de una importante empresa familiar de productos farmacéuticos acaba de fallecer en una situación muy extraña. Con este acontecimiento, Elizabeth, su hija, queda al frente de la compañía, ante lo cual sus familiares intentan presionarla para vender las acciones de la empresa, cosa a la que su padre se había opuesto férreamente en vida, y a la que ahora ella también se resiste, luego de enterarse de que alguien intenta asesinarla por dicha causa.
Así pues, Elizabeth tiene que presidir con inteligencia la compañía, al tiempo que debe tratar de averiguar cuál de los socios es el que mató a su progenitor, quien resulta ser el mismo individuo que intenta darle muerte a ella también.
Este libro cuenta con 352 páginas, agrupadas en dos partes y 58 capítulos. Está contado en pasado, en tercera persona, por un narrador omnisciente. El lenguaje es sencillo, el ritmo es ágil, las conversaciones son fluidas y la intriga se mantiene a lo largo de todas las páginas.
Para comenzar, tengo que decir que esta es la obra del autor que más me ha gustado. Entré a ella sin muchas expectativas y realmente me sorprendió.
Como si se tratase de una novela policiaca, Sheldon nos muestra un abanico variado de personajes que esconden secretos y a todas luces resultan ser altamente sospechosos. No obstante, al final el culpable resulta ser el que el lector menos esperaría que fuese.
En cuanto a la protagonista, es la típica mujer arrojada e independiente que el autor gusta tanto de explotar en sus historias. Es fascinante apreciar la valentía y el aplomo con el que Elizabeth le hace frente a los retos que se le presentan en el camino, así como también es maravilloso asistir a la pasión que va creciendo en su interior.
Novela muy ligera pero muy recomendada. Es un placer culposo que he disfrutado demasiado.
Puntuación: 4.5/5
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