Este libro, de 155 páginas, es la recopilación de ocho relatos cortos, los cuales tienen en común, que transcurren en Macondo, así como también que son una suerte de sátiras que pretenden poner en evidencia algunos hechos absurdos que se presentan en una sociedad.
En “La siesta del martes” una mujer va a visitar a su difunto hijo, con lo que interrumpe el reposo de un cura y se enfrenta a un pueblo que la ve con curiosidad por los antecedentes del muerto.
En “Un día de estos”, un dentista es obligado a atender a un alcalde que abusa de su poder e impone su voluntad para obtener beneficios particulares.
En “Este pueblo no hay ladrones”, un hombre roba tres bolas de billar, paralizando con esto a todo el pueblo, haciendo apresar a un inocente y poniendo en evidencia la corrupción del dueño del local en el que lleva a cabo el hurto.
En “La prodigiosa tarde de Baltazar”, un hombre fabrica una jaula excepcional e intenta venderla por un buen precio, pero termina regalándola y haciéndole creer a la gente que hizo un negocio espléndido con un hombre adinerado.
En “La viuda de Montiel”, una mujer tiene que pagar por las faltas de su difunto esposo, siendo segregada y olvidada por el pueblo del que dicho hombre se aprovechó.
En “Un día después del sábado”, pájaros muertos empiezan a caer del cielo y un forastero llega en un tren, dos acontecimientos de los que se vale un senil cura para crear una invención que atrae nuevamente a los fieles escépticos de la parroquia.
En “Rosas artificiales”, una joven se pierde una misa e intenta culpar de esto a su abuela ciega, pero detalles aparentemente imperceptibles ponen en evidencia sus andanzas.
En “Los funerales de la Mamá Grande”, el mundo se paraliza para asistir al entierro de una mujer que simboliza todos los rasgos despreciables de los grandes mandatarios que gobiernan de forma déspota y corrupta.
Puntuación: 5/5
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