Con la falda a mitad del muslo y los dos primeros botones de la camisa desabrochados, cruzó la puerta contoneándose, con la altivez de quien se cree superior al resto de los mortales. Pensé que de seguro se encontraba buscando a alguien, así que no le presté atención sino hasta que estuvo delante de mí.
-Señora, vengo a prestar un libro de un tal Hugo- dijo en voz alta.
-¿Victor Hugo, señorita?- pregunté reprimiendo una sonrisa.
Lo que vino luego fue un acto del que no me siento muy orgullosa. Deseaba que a esa muchacha no le quedaran ganas de regresar a la biblioteca, por lo que puse ante ella un tomo de Los miserables. Con satisfacción pude apreciar el rostro descompuesto de la chica… pero aquello solo duró unos segundos, pues terminó llevándoselo. Sin embargo, las cosas no me salieron como esperaba, pues en lugar de espantarla, la joven regresó al día siguiente y me pidió que le recomendara otros libros, más fáciles de leer.
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-¿Puedo preguntarle a qué se debe su repentino interés por la literatura?- inquirí, pues nunca me hubiese imaginado leyendo a alguien como ella. .
-Me gusta un chico sexy que lee- respondió mordiéndose el labio, con picardía.
Claro. Ahí lo entendí todo. Ella no quería leer, sino coger. Pero bueno, mi trabajo no consistía en juzgar los motivos de los lectores, así que durante todo el año escolar me limité a recomendarle y prestarle libros. Comenzó con El principito y ahora, ya en el último día de clases, se encontraba leyendo El amor en los tiempos del cólera. Y, aunque me había propuesto limitar, al máximo, mi trato con ella, cuando aquella tarde me entregó el libro, no pude evitar darle a conocer la duda que me venía rondando desde hacía rato.
-¿Aún no lo conquista?
-¿A quién?
-Al chico por el que está leyendo.
-Ah. Eso no funcionó- respondió imperturbable.-Pero tengo que admitir que gracias a él he conocido a mejores tipos. Ya sabe, como ese Florentino Ariza- dijo señalando el ejemplar que ahora se encontraba en mis manos.
Historia inspirada en una experiencia de @andrea_etr_
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