No hace falta decir que soy un lector aficionado a las historias de detectives. Y, pese a que carezco de aptitudes para resolver los casos que dichos relatos suelen presentar, me fascina seguir el curso de una investigación policial y el razonamiento deductivo de los grandes detectives de la literatura. Aunque bueno, en realidad, este es un gusto bastante común entre los lectores de todo el mundo.
¿Pero qué será eso que nos impulsa a interesarnos por un misterio y a no descansar hasta verlo resuelto? ¿Por qué nos sentiremos tan atraídos por historias en las que los enigmas se develan, cuando en la vida real la mayoría de ellos permanecen en la más grande incógnita? Quizá la respuesta sea que necesitamos certezas; tal vez somos incapaces de aceptar que en nuestro mundo ocurren hechos extraños que están destinados a quedar en la oscuridad.
Ahora bien, no todas las historias que presentan un misterio en la literatura terminan cuando este se resuelve. En algunos casos aquellas presentan crímenes que, al igual que ocurre por fuera de la ficción, nunca son aclarados. Ese es el caso de la que ven aquí, que es, por cierto, una de mis favoritas del compendio de Doce Cuentos Peregrinos.
Dos hermanos de nueve y siete años, cuyo padre es un escritor colombiano que desea erradicar de su familia sus costumbres regionales, se encuentran viviendo sus vacaciones en una isla siciliana, bajo la rígida custodia de una institutriz alemana.
Los niños cada vez se sienten más desdichados, hasta el punto de que el menor de ellos piensa en matar a la mujer para liberarse de tan indeseada guardiana. Claro que por momentos sienten lástima, pues descubren que ella sufre una pena muy honda. No obstante, son más grandes las ganas que sienten de quitarla de en medio, y por eso fraguan un plan para hacerlo.
No acostumbro hablarles de relatos aparte, pero en esta ocasión he decidido hacer una excepción, así como lo hice en octubre, y todo para cumplir con el #RetoGabo2019, que para este mes propuso abordar una obra de García Márquez con un crímen sin resolver.
Puntuación: 4.5/5
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