Una joven se identifica con su abuela muerta; una madre novata no se siente cómoda en su nuevo cuerpo; una mujer solo es capaz de tener sexo con desconocidos, pero exige respeto de ellos; una niña comprende que para sobrevivir debe fingir ser normal; una joven conoce a una moribunda simpática, que no parece desconcertada por el futuro.
Una mujer se acompleja por sus kilos de más; a una deportista se le descubre una masa irregular en el pecho; una chica no puede superar a su ex pareja; una joven experimenta un encuentro clandestino lésbico; una mujer se transforma en la psicóloga de una joven a la que su amiga rescata del suicidio.
Una hija no recibe comprensión de una madre que siempre se esfuerza por parecer perfecta; una mujer tiene fantasías sexuales con un músico; una niña descubre sus inclinaciones sexuales jugando con sus muñecas; una hija se enfrenta a la idea de que a su madre muerta se le extraigan los órganos para ser donados; una señora parece tener problemas con la comida, cuando son otros sus conflictos.
Una joven antropóloga se abre a los placeres del sexo, luego de años de represión; una madre ve en la leche de sus senos, la sustancia de la vida; una mujer apenas logra apropiarse de su cuerpo ante la inminencia de la muerte; una mujer se involucra en una relación, luego de varios fracasos en su vida; una mujer tiene una relación intermitente a la que no le da nombre pero que siempre vuelve a ella.
Veinte escritoras colombianas narran en esta obra, de 279 páginas, veinte historias que varían en extensión, estilo y forma, pero que tienen un importante rasgo en común, que las conecta: todas hablan de mujeres y de la manera que estas tienen de sentir y vivir su cuerpo.
Tengo que aclarar que a pesar del tema central que expone el libro, este no se encuentra meramente dirigido a un público femenino, pues si por un lado las mujeres pueden sentirse identificadas con alguno o varios de los personajes de las historias, los hombres, por medio de ellos pueden acercarse a un universo que a veces les resulta incomprensible, y, tal vez, ponerse en los zapatos del sexo contrario.
Puntuación: 4.5/5
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