Más que arremeter contra los libros para jóvenes que exponen relaciones tóxicas y malsanas, yo creería que lo que deberíamos de hacer es enseñarles a los adolescentes qué es lo que significa realmente el amor, y qué no.
Digo esto, porque gracias a la educación que recibí en aquella etapa, fue que pude identificar que había algo no muy conveniente en la relación de Edward y Bella, aun cuando no había tenido experiencia alguna en las cuestiones sentimentales en el momento que leí la saga.
Así, pues, no considero que debamos crucificar a un libro por la influencia que este pueda llegar a tener en sus lectores, pues la culpa de que un texto corrompa la mente, no es de la obra en sí, sino de la falta de criterio de quien la lee.
Dejando esto claro, les digo que este libro, al igual que el anterior de la saga, me lo devoré con avidez, como la vez primera. Y, aunque yo no diría que trata de un “romance juvenil”, sino, más bien, de una “obsesión juvenil”, a mí me pareció sumamente entretenido.
En esta entrega, Edward decide alejarse de Bella para protegerla del peligro que él y su familia suponen para ella. Sin embargo, está lejos de pensar que, con dicha acción, en lugar de conseguir que la muchacha se encuentre segura, lo que hace es arrebatarle las ganas de vivir y, con esto, exponerla a riesgos mayores.
Y aquí es cuando entra el tercero en discordia, ya que Bella, sumida en el dolor, acude a Jacob para mitigar su pena, sin saber que mantener una relación con él no es muy conveniente para ninguno de los dos, puesto que Jacob tampoco es un humano normal. Además, el chico la ama con locura, mientras que ella sigue sin poderse sacar a Edward de la mente.
Estos libros se leen casi sin uno darse cuenta. Que sí, que la protagonista es egoísta y tiene serios problemas de autoestima y autovaloración, y que Edward es posesivo y mandón… pero yo no busco que las lecturas me enseñen a vivir, sino que me hagan pasar un buen rato y, esta logró eso con creces hace unos años, y hoy lo está volviendo a hacer.
Puntuación: 4/5
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