PODER FEMENINO. Aquello que muchos hombres temen. Algo que los sujetos acostumbrados a dominar, enamorados de la idea de someter, desprecian y repudian.
Una cuestión de elección para las mujeres que tienen el lujo de decidir sobre sí mismas, pero casi una obligación, prácticamente una cuestión de supervivencia, para las que día a día deben enfrentarse a comportamientos misóginos de seres cobardes que están dispuestos a cualquier cosa, con tal de no perder el control sobre ellas; con tal de mantenerlas humilladas, subyugadas y atemorizadas a punta de fuerza y abusos.
Poder femenino, lucha y valentía de una escultura que, aunque en un momento se convierte en mujer, nunca se libera de su condición de objeto; eso es lo que veremos en esta, la nueva obra de Madeline Miller.
La historia se desarrolla en la Antigua Grecia; en aquella cuna de héroes, dioses y mitos, que todos conocemos.
Allí nos encontraremos a Pigmalión, un hombre talentoso en el arte de esculpir, pero un verdadero ignorante en el arte de tratar y valorar al sexo opuesto.
Y es que, verán, este tipo, después de despreciar a todas las mujeres que conoce, le suplica a una divinidad que dote de vida a una de sus creaciones, para así poder convertirla en su pareja, o lo que es lo mismo para él: en su pura, impoluta y dócil propiedad.
Galatea, así se llamará su obra; y, de hecho, al principio sí que habrá de ser todo lo que él deseara que fuera. Sin embargo, tras una serie de situaciones aberrantes, Galatea, aquella escultura convertida en mujer, necesitará escapar de su dominio, y no descansará hasta lograrlo.
Un relato crudo y doloroso, que conmueve y perturba, a partes iguales.
Una vuelta de tuerca de una historia que nos han querido vender como idílica, pero que tal como Madeline nos lo hace ver en esta reinterpretación, se asemeja más a un cuento de terror que a un romance de ensueño.
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