En la segunda entrega de la trilogía nos encontramos con que Lewis va a visitar a su amigo, Ransom, para luego ver desaparecer a este ante sus ojos, y luego regresar, más de un año después, de un nuevo viaje espacial.
El libro relata la aventura que Ransom le ha comentado a Lewis al volver. Nos cuenta cómo el profesor ha viajado a Perelandra (Venus), sin saber, al principio, el propósito de su estadía en dicho planeta.
A diferencia de Malacandra (Marte), Perelandra es un mundo más joven que Thuleandra (La Tierra), y en él Ransom se encuentra a una Dama verde, la Eva de aquel sitio. No obstante, antes de que el profesor pueda conocer bien a dicha Dama, aparecerá el malvado Weston, tratando de pervertirla. Así pues, Ransom tendrá un debate espiritual, lingüístico, y, más tarde, físico, con este villano, que pronto descubrirá que es la misma personificación de todo el mal que existe en Thuleandra.
Este libro cuenta con 310 páginas, agrupadas en 17 capítulos, y está narrada- la mayor parte- en pasado, en tercera persona. La descripción del planeta es muy rica, sobre todo en lo concerniente a la geografía del mismo. Asistimos a un mundo muy singular, en el cual predominan las aguas y las islas flotantes. Y, pese a no haber más razas como en Malacandra, hallamos especies de animales únicas como un dragón domesticado y peces enormes que se pueden montar.
Con respecto a la obra anterior, tengo para decir que esta es mucho más profunda y densa, pues si en Más allá del planeta silencioso lo que predominan son los elementos de ciencia ficción, en Perelandra lo que más abundan son los elementos filosóficos, teológicos y morales. Los enfrentamientos entre Ransom y Weston reflejan claramente las creencias cristianas del autor, que defiende con agudeza.
Aunque claramente diferente al libro anterior y no tan entretenido, quedo con ganas de concluir la obra.
Puntuación: 4/5
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