Mientras escribo (Stephen King)

 ¿Puede el talento forjarse y subsistir en medio de las adversidades? ¿Puede uno sobreponerse a fracasos y rechazos múltiples sin perder la fe en uno mismo ni en lo que uno hace?

La respuesta a ambas preguntas es sí; es posible. Y no lo digo yo, ni un orador motivacional, sino las propias vidas de grandes personalidades de la historia. Y no solo de la historia pasada, también de la historia actual, de la contemporaneidad. Y ya, sin más, les doy el ejemplo de una de esas vidas: la de King.

¿Qué Stephen nació con un don para escribir? Indiscutiblemente. ¿Pero que bien pudo haberlo desperdiciado desgastándose en otras labores y vicios? Sin lugar a dudas. Mas, para fortuna de una inmensa cantidad de lectores que seguimos sus obras, supo ser perseverante, reponerse a los tropiezos e instruirse en un arte incierto, que pocas veces retribuye el esfuerzo que se le pone.

Así, pues, les cuento que este libro va de eso: de lo que a este gran maestro le tocó vivir desde su infancia hasta llegar a ser el autor prolífico que ya era hacia finales del siglo pasado. De eso y de, como el título lo advierte, su proceso creativo.

Y no. Aquí no hay fórmulas definitivas y exactas para ser un escritor, ni tampoco el secreto que te llevará a ser un best-seller. No obstante, sí que puedes aprender unas cuantas reglas que King considera básicas para ser un creador de ficciones literarias, así como también enterarte del modo en el que él construye las suyas.

Con su humor característico, sencillez y concisión, King nos obsequia su libro más personal, una suerte de autobiografía, con episodios y anécdotas que le sobrevinieron en su camino como aspirante y, más tarde, como autor exitoso, para más adelante brindarnos unos consejos que nos da desde su propia experiencia en el oficio.

Estoy seguro de que tanto amantes de King, como escritores novatos, narradores versados y lectores curiosos van a apreciar esta obra. No todos los días uno tiene la oportunidad de asomarse a la vida y pensamientos de un autor y, menos aún, cuando este pareciera ser un consentido de los dioses de la literatura.

Puntuación: 5/5