Siempre la sociedad ha tendido a censurar lo diferente, lo anormal, lo que no encaja en los moldes preestablecidos. Esto se debe, en parte, a que le tememos a lo desconocido; pero, también, a que nos es más cómodo fijarnos y señalar lo que creemos que no está bien con los otros, antes que examinar nuestras propias fallas.
Si a lo anterior le sumamos que tenemos una memoria extraordinaria para recordar los errores ajenos y que muchas veces preferimos regocijarnos en nuestro insuflado orgullo antes que abrirle paso al perdón y a la reconciliación sincera; nos encontramos, pues, con seres queridos que, de un momento para otro, se convierten en rivales; con pequeñas afrentas que rompen vínculos de manera irreversible; y con familias que se vuelven verdugos de quienes han osado avergonzarlas y/o decepcionarlas.
Un claro ejemplo de este comportamiento intransigente del que les hablo, se encuentra expuesto en la presente novela.
Ezequiel era un niño bonito, buen alumno y buen hijo. Era todo aquello con lo que sus padres habían soñado. No obstante, las cosas cambian con la llegada de un hermano, que lo desplaza del centro de atención en donde se hallase hasta entonces. Pero bueno, al fin Ezequiel acaba aceptando la situación y termina por querer al pequeño. Sin embargo, las diferencias con sus padres siguen incrementando, hasta el punto que este decide marcharse de casa siendo apenas un adolescente.
El hermano menor, como apenas contase con cinco años al momento de su partida, no pregunta por la ausencia de Ezequiel, ni se inquieta por el modo en el que sus padres se refieren a este, casi como si no existiese. Empero, poco después del cumpleaños número once del niño, Ezequiel aparece en casa para enfadar más a sus padres, de lo que ya estuviesen.
Aquí es cuando el niño empieza a buscar respuestas en su hermano, al no hallarlas en sus progenitores. Para su sorpresa, descubre que la “oveja negra” de la familia no es tan mala como se lo habrían hecho creer. Además, se entera de que el muchacho se está muriendo, y esto, en el más absoluto abandono.
Puntuación: 5/5
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