En mi casa no entra un gato (Pedro Zuazua Gil)

 ¿Por qué leer un libro que habla acerca de las vivencias de un hombre que adopta, por primera vez, una gata? La respuesta es sencilla: porque hay pocas cosas tan tiernamente divertidas como esa.

Pedro es un hombre a quien una amiga empieza a hablarle de los beneficios de tener un minino. Mas él, muy tajante, le dice que jamás va a permitir que un gato entre a su casa. Empero, resulta que al final no solo termina ingresando una gata a su hogar, sino que concluye por resignarse al hecho de que esta se adueñe de su espacio, que le robe el corazón y que le sacuda totalmente la existencia.

Con un humor sencillo, pero muy ameno, el autor nos va a compartir su historia con Mía, su hija gatuna. Nos va a contar cómo esta llegó a su departamento, cómo él modificó su vivir para comodidad de su chica, las preocupaciones que al principio llegó a tener por su salud, el modo en el que aceptó ser más esclavo que amo de ella, y, cómo no, la forma en la que aquella empezó a robarle el corazón desde esa primera noche en la que no lo dejara dormir.

Estoy convencido de que todo padre de una criatura se va a ver identificado con las vivencias de Pedro. Claro, el ser primerizo en el cuidado de otra vida siempre es desconcertante y, a los ojos de los demás, muy gracioso. Eso de ver peligros en todas partes, de acudir al médico en horas intempestivas, de asombrarse con cualquier cosa que parezca salirse de lo normal... son cuestiones de las que no puede sustraerse quien es novato en el convivir con un nuevo ser que dependa de él.

Así, pues, les digo que este libro es ideal para dueños de peludos, ya sean estos gatos o perros; pero, también, lo es para amantes de los animales en general. Asimismo, es un manual de gran utilidad para aquellos que están pensando en compartir su vida con un felino o para los que recién empiezan a hacerlo.

Una obra para conocer y apreciar más el mundo de los gatos; para inmiscuirse en la intimidad de un padre gatuno, que tiene mucho para decirnos de cómo es la vida con un felino; o, cuando menos, para soltar unas buenas carcajadas.

Puntuación: 4/5