En la actualidad, está muy de moda eso de hablar de las “casualidades”. Claro, cómo iba a ser de otra manera, si es que hoy es impensable intentar hallar conexiones extraordinarias a hechos que sencillamente suceden de forma coincidencial en nuestro mundo ilustrado. Así, pues, las explicaciones que se desligan de las evidencias científicas, hoy están mandadas a recoger.
Empero, yo me niego a unirme a los escépticos, y es que no son pocas las veces que he podido percibir que “algo más” influye en mi vida para que acontecimientos que aparentemente no guardan relación alguna, encajen a la perfección, creando consecuencias inimaginables en mi camino.
Algunos le llaman a ese “algo”, destino; yo creo que es voluntad divina. Ahora bien, independientemente de las creencias de cada lector, estoy convencido que muchos coincidirán conmigo en que el emplear dicho tema para darle forma a una historia ficticia, resulta, cuando menos, interesante.
“Una herencia misteriosa” versa acerca de una caja de banco, con papeles, fotografías y joyas en su interior, que ha sido abandonada tras la muerte de su propietaria. Ante esta circunstancia, Jane, una empleada judicial, deberá encontrar a los posibles herederos, mientras que Phillip, empleado de una casa de subasta, tendrá la labor de tasar las joyas. Y, aunque para ambos el encargo solo supone un trabajo de rutina más, este los llevará a enterarse de secretos y hará que sus vidas tomen rumbos que de otro modo no hubiesen tomado jamás.
Esta es una historia de amor, pero no solo de amor romántico, sino también de amor familiar. Además, en ella está presente el sufrimiento y la impotencia que en ocasiones aquejan nuestra existencia. Y, por supuesto, como ya les comenté, es una historia acerca de los caminos indescifrables que adopta el destino.
La novela es muy ligera y predecible; sin embargo a mí me ha hecho pasar un rato muy agradable por los mensajes tan positivos que transmite. Otro punto a favor, es que la obra se las arregla para presentar a unos personajes atractivos y virtuosos, sin caer necesariamente en la superficialidad.
Puntuación: 4/5
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