Decepción. Eso fue lo que sintió Angie cuando destapó el paquete y se encontró con un libro. Esperaba hallar un CD, un objeto coleccionable o, como mínimo, un poster; pero no un libro.
De inmediato se arrepintió de haber participado en el dichoso concurso. Puesto que se había tomado la molestia de responder la trivia de Selena Gomez, le parecía indignante que su premio sorpresa no tuviera nada que ver con su ídolo. ¿Pero en qué estaban pensando los organizadores del concurso para castigarla de ese modo?
Molesta y decepcionada, puso el libro encima de su mesita de noche y allí permaneció, sin abrir, durante semanas. Empero, cada vez que observaba la portada, su curiosidad por el ejemplar aumentaba, y eso fue lo que la llevó a que cierta noche, cuando ya se disponía a dormir, decidiera abrirlo.
Entonces a Angie se le olvidó todo. El tiempo desapareció para ella, y ni siquiera tuvo en cuenta que debía madrugar para ir al colegio. Es más, apenas se percató de la hora cuando su madre irrumpió en su cuarto sin avisar.
-¡Por Dios, Angie! ¡No me digas que no te acostaste a dormir por estar viendo a esa tal Gomez en las revistas!- le gritó su progenitora, mientras se acercaba a su cama con la intención de arrancarle el semanario que suponía tenía su hija entre sus manos.
Angie, sobresaltada, puso el libro bajo su almohada en un intento desesperado de apartarlo del alcance de su madre. Pero su esfuerzo fue en vano, puesto que en un santiamén ya la señora se encontraba sacándolo del escondite.
La muchacha bajó la mirada y empezó a pensar en una disculpa convincente.
-Mamá, yo te prometo que…
-Que vas a ir conmigo el fin de semana a la librería- la interrumpió su madre sonriendo, para luego abrazarla. Llevaba toda la vida intentando que su pequeña adquiriera ese hábito que ella tanto amaba. El hecho de no haber dormido para ir a estudiar, de pronto se le antojó un asunto sin importancia.
Historia inspirada en una experiencia de @lienzodelibro
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