Como ya leyeron en mi biografía, mi nombre es Sherlock Sabueso Holmes. Y antes de que lo pregunten, sí, me llamo como el detective que creó Arthur Conan Doyle, gracias a que mi madre es una gran fan suya. Pero no les hablaré de ella, sino de mí y de mi historia con la literatura.
Verán, como todos los de mi raza, cuando era cachorro me encantaba jugar y destrozar algunas cosas, y eso lo supo mi familia en cuanto llegué a sus vidas. Llegué a despedazar calcetines, zapatos, pantalones, e incluso billetes. La verdad es que fui muy afortunado, pues casi siempre que me descubrían, las cosas no pasaban de un regaño.
No obstante, la situación se tornó un poco más compleja cuando me acerqué a la biblioteca de mamá. Todavía recuerdo su rostro de terror cuando empecé a olisquear unos de aquellos objetos rectangulares. Y no solo miedo, también se enojó muchísimo conmigo y por primera vez me castigó. Fue entonces cuando comprendí que los libros no son juguetes.
Pero necesitaba una explicación. Aunque siempre había escuchado decir a mi familia que los libros eran divertidos, no los mordían. Esa fue la duda que le manifesté a mi madre, en tanto me levantó el castigo. ¿Y les digo qué pasó? Pues que me enseñó a leer y así lo entendí todo. Desde aquel momento hasta hoy he devorado más libros que huesos y creo que ha llegado el momento de compartir mis lecturas con el mundo. ¿Qué les parece?
No hay comentarios:
Publicar un comentario