Una niña le paga a varias aves para que le enseñen a volar; una niña duerme con su cámara para fotografiar sus sueños; un ratón causa revuelo en un tren; un hombre empieza a acudir a su oficina en un caballo, para deslumbrar; un perro se vuelve aficionado a la música; Dios se entrevista con Satanás, ante la depresión que le suscita la incredulidad del mundo…
Podría seguir contándoles de qué van los demás relatos que componen este pequeño libro- veinte en total- pero si lo hiciera les estaría quitando la posibilidad de asombrarse con lo grato que resulta el descubrimiento de sus historias cortas, entretenidas, metafóricas, profundas e insólitas, que lo mismo sirven para pasar un rato agradable, como para caer en reflexiones y cuestionamientos filosóficos.
El escritor es un joven paisa, docente de redacción, codirector de Oblicuo, su propio taller de ilustración y cofundador de Un nuevo Error, espacio dedicado al arte, al activismo y al ocio.
Ahora bien, para convencerlos de la calidad de la obra, es necesario mencionar que se encuentra publicada en la colección Becas a la Creación, estímulo con el cual se premian trabajos literarios sobresalientes en la ciudad de Medellín.
Cuenta con 57 páginas, en las que se alternan los cuentos con sus respectivas ilustraciones, las cuales, cabe resaltar, fueron realizadas por el mismo autor.
Esta fue una de las tantas obras que me obsequiaron por haber ganado el #RetoLector2019, y tengo que confesar que la abrí sin muchas expectativas, pues erróneamente juzgué su calidad basándome en su tamaño… ¡Grave error!
Hay un refrán que reza “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, y perrunamente lo aplicaría para este librito, y es que, pese a su extensión, nunca llegué a sentir que quedara faltando algo, sino que, por el contrario, las historias me sumergieron en mundos fantásticos, con personajes entrañables, sin contar con el hecho de que las devoré con avidez, si bien, aún las estoy digiriendo, dada su intensidad.
Puntuación: 4.5/5
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